Durante el verano, se manifiestan cambios a nivel ambiental que modifican las condiciones de humedad y temperatura de la mucosa de la vía aérea y ello hace que pueda alterarse el mecanismo de defensa local que disponemos y que ayuda a eliminar las secreciones y las partículas nocivas.
Los resfríos son las afecciones más comunes, generalmente causadas por virus (enterovirus o adenovirus) en esta época del año.
El contagio se puede dar cuando una persona enferma habla, tose o estornuda y respira las gotas microscópicas que libera en el aire, cuando una persona tiene contacto con su propia nariz o boca después de haber tocado objetos contaminados por una persona resfriada.
Existen personas con mayor predisposición a padecer infecciones respiratorias, como el caso de aquellas que refieren cuadros pulmonares crónicos: con asma, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y las alérgicas.
Síntomas:
- Congestión nasal y lagrimeo.
- Picor y dolor de garganta.
- Tos seca.
- Estornudos.
- Decaimiento del estado general.
- Fiebre.
- Vómitos o diarrea (menos frecuentes).
- Se recomienda la consulta oportuna al médico cuando se presenta cualquiera de estos síntomas.
No existe manera de prevenirlas completamente, pero algunas medidas a tener en cuenta son las siguientes:
- Lavarse las manos frecuentemente (utilizar también alcohol en gel).
- Utilizar la cara interna del codo para cubrirse al estornudar.
- Evitar el contacto con personas resfriadas.
- Evitar los cambios bruscos de temperatura (uso adecuado del aire acondicionado, mantener idealmente la temperatura entre 22°C y 24°C)
- Mantener una alimentación saludable y buena hidratación.
- Mantener un buen descanso diario.
- No compartir utensilios de uso cotidiano con alguien que está resfriado.
- Evitar ambientes poco ventilados o factores irritantes químicos, como el cigarrillo.
- Concurrir a los controles periódicos con médico, sobre todo aquellas personas con mayor predisposición.