Sólo una de cada cien personas que fallecen podrá transformarse en donante de órganos

La información errónea sobre la donación es el principal obstáculo que impide a las personas convertirse en donantes de órganos y tejidos, como la creencia de que los médicos de la sala de emergencias no se esforzarán en salvarle la vida a una persona que ha indicado que desea ser donante. Esto no es verdad. También, la desconfianza en el proceso de donación de órganos y el sistema de asignación; los órganos se asignan según tipo de sangre, el tamaño del órgano que se necesita y el tiempo de espera, entre otros factores.
La primera etapa es la detección de un potencial donante. Esta acción está a cargo de un médico que tiene la tarea de ser coordinador intrahospitalario de trasplantes. Es decir, que va a detectar un potencial donante, realizar estudios sobre los órganos e informar al INAT para que sean distribuidos entre los pacientes que se encuentran en lista de espera.
Si bien el trasplante es una alternativa de vida posible cuando todas las puertas se cierran, las estadísticas indican que, más allá de las buenas intenciones, sólo una de cada 100 personas que mueren podrá transformarse en donante de órganos. 
De ahí la importancia de la donación y la educación de la comunidad para desterrar mitos y conocer el valioso alcance de este acto amor. El receptor podrá seguir viviendo, y la familia donante recibe la gratificación de saber que ayudó a otros.
¿Quién puede ser donante de órganos?
Toda persona que, generosamente, manifieste en vida su voluntad de donar a aquellos que aguardan un trasplante.
Lo primero que hay que saber es que la ablación de los órganos se produce sólo cuando se determinó la muerte encefálica, algo que debe ser constatado por dos médicos, uno de ellos un neurólogo, neurocirujano o intensivista.
A partir de allí, se evalúa cuáles órganos son susceptibles de ser donados y cuáles no.
El INAT es el único organismo oficial en nuestro país que tiene autoridad para solicitar la donación y proceder a ejecutarla. Fiscaliza las actividades de donación y trasplante de órganos.
El cuerpo es tratado con gran respeto y dignidad. Los órganos donados se obtienen con todos los cuidados de una operación quirúrgica de rutina.
Superando barreras
1. “Puedo querer donar un órgano, pero no todos”. La persona puede especificar qué órganos quiere donar. En todos los casos, se respetarán sus deseos.
2. “Si saben que quiero ser donante, los doctores no tratarán de preservar mi vida”. Esto es falso. El equipo médico que lo trate en vida no es el mismo que el grupo médico de ablación de órganos. Los profesionales de salud harán todos los esfuerzos por salvar su vida. Solamente después de agotar todas las posibilidades, y luego de ser declarado con muerte encefálica, se considerará la donación.
3. “Mi religión no apoya la donación de órganos”. La donación es un acto de solidaridad y fraternidad humana, y una prueba de que el cuerpo muere, pero jamás el amor que lo sostiene. Esta postura es compartida por la mayoría de las religiones.
4. “Nadie va a querer mis órganos por mi edad o condición médica”. Al tiempo de la muerte, el medico del INAT revisará la historia clínica y realizará estudios médicos para determinar la aptitud de los órganos del donante.
5. “Debo pagar para realizar la donación”. La donación de órganos es un acto de amor solidario. Nadie puede percibir compensación económica por ello, así como tampoco nadie podrá exigir pago alguno por el órgano trasplantado.
6. “Los ricos y famosos avanzan en la lista de espera mientras que los demás deben aguardar más tiempo”. La posición en la lista de espera no tiene en consideración factores como la etnia, edad, ingresos ni clase social. Por el contrario, es imprescindible el tipo sanguíneo, la urgencia médica, la ubicación geográfica, el tamaño del órgano y la compatibilidad de los tejidos.
7. “Tráfico de órganos”. Según la ley, se exige que dos médicos firmen el acta de defunción, tras haber certificado dos veces y con un intervalo de seis a doce horas todas las exploraciones necesarias para confirmar el fallecimiento de la persona. Por otra parte, la complejidad y el gran número de profesionales necesarios en un operativo de trasplante, como así también la necesidad de compatibilidad entre donante y receptor, hacen imposible concebir el tráfico de órganos. 
El INAT ofrece todas las garantías de transparencia e idoneidad profesional para asegurar el acto altruista de la donación y, como resultado, los trasplantes son altamente satisfactorios. Permiten reinsertar al individuo a la sociedad como un ser productivo, tanto física como intelectualmente.
La indiferencia se alimenta de mitos que, en un tema tan sensible como la donación de órganos, lleva a perder un sinnúmero de vidas. 
Es mucho más factible que nosotros o un ser querido integremos en el futuro una lista de espera para ser trasplantados a que tengamos la oportunidad de donar nuestros órganos al finalizar nuestra vida. La donación de órganos es un acto de amor, una apuesta por la vida.

A pesar de las campañas, los preconceptos sobreviven, aunque el aumento en las donaciones en los últimos dos años habla de una mayor toma de conciencia. 
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